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Anatoly Lomachenko, el silencio detrás del héroe

En 2010, la editorial Alfaguara publicó una de las obras más fascinantes escritas por el periodista y escritor estadounidense, Gay Talese: ‘El silencio del héroe’. En ella, recoge columnas y crónicas en las que se plasman historias con el retrato implacable de los «héroes silenciosos». Entre sus páginas, Joe Louis, Floyd Patterson, Muhammad Ali y Joe DiMaggio son escenificados por Talese, entrelazando la victoria, la derrota, la vocación, las segundas oportunidades, el aplauso, la soledad, la familia y la amistad.

En noviembre de 2012, en una entrevista concedida al diario New Yorker, Talese afirmaba que «detrás de cada triunfo hay también la decisión del deportista de asumir riesgos, y su responsabilidad caso de sufrir algún revés o humillación».

Durante muchos años, el foco de las cámaras, los reflectores y toda la estructura de marketing de negocio que gira alrededor del deportes, se centra en el boxeador, como el principal protagonista del hecho mismo. Es lógico, la historia se escribirá a partir de sus acciones.

Es allí donde nace un sujeto poco enfocado, descuidado y aislado por el éxito notable de un peleador sobre el cuadrilátero: el entrenador. La persona encargada de planificar estrategias y resolver axiomas dentro del combate. El mismo, quien en un acto de fe, dispone de su mayor confianza para tomar las riendas de un campamento de preparación para un boxeador, pelea tras pelea.

Por ello, detrás del simple hecho de que Vasyl Lomachenko sea uno de los mejores libra por libra del momento en el boxeo, se remueven mayores complejos en los que aparece Anatoly Lomachenko, su padre y entrenador, quien basa su preparación en la filosofía: «Siempre hay algo nuevo que aprender de cada pelea».

Y lo logrado con su hijo. La extraordinaria carrera de Vasyl es obra de un constante crecimiento deportivo del ucraniano, quien ha sido entrenado durante toda su carrera por Anatoly.

«Tomamos un oponente a la vez y nos preparamos para ese oponente. No me corresponde decir que (Vasyl) es el mejor ahora. Cada oponente es diferente. Te gustaría lanzar un golpe y noquearlos, pero eso no sucede; por lo que debes prepararte para cada oponente individualmente y hacer un trabajo diferente para cada tipo. Mi hijo no es perfecto, siempre hay cosas que mejorar», expresó Lomachenko Padre en una entrevista concedida al LA Times.

La tarea para forjar a este campeón inició a los 4 años, cuando Anatoly entregaba a su hijo las primeras indicaciones para ser boxeador. A la edad de 6 años, según han afirmado en diferentes entrevistas, Vasyl realizó su primera pelea donde derrotó a un niño mayor.

Sin embargo, a los 9 años, Anatoly decidió retirar a Vasyl de boxeo. Aunque para el peleador no tenía ningún tipo de explicación, su padre sabía lo que estaba haciendo.

Por ello, lo envió a una academia de baile donde logró dominar sus piernas y coordinar movimientos rápidas en sus inferioridades. 4 años más tarde, Anatoly le explicó a su hijo que, ahora sí, tenía el ritmo necesario en sus piernas para poder boxear.

El método no falló. Hasta el momento, la curva ascendente en la carrera de Vasyl no ha tocado techo. Con 29 años, tiene en su carrera aficionada y profesional dos medallas de oro en Juegos Olímpicos (Beijing 2008 y Londres 2012), tres títulos mundiales como aficionado, teniendo récord amateur de 396 victorias y una derrota y logró convertirse en el boxeador profesional con dos títulos mundiales en la menor cantidad de peleas realizadas en el profesionalismo. En la actualidad, es dueño del fajón del peso súper pluma de la OMB.

Antoly lidera un campamento en Los Ángeles donde confluyen diferentes boxeadores de origen ucraniano. Entre ellos, Oleksandr Gvozdyk y Oleksandr Usyk, este último es campeón mundial crusero de la OMB.

Gvozdyk le guarda admiración y respeto a Antoly, resaltando su vocación de líder. «El padre de Lomachenko hizo este equipo. Él lo creó. Es demasiado humilde para decirlo. Pero es verdad. No se trata sólo de boxeo. Es un psicólogo, un líder. Él dice algo y tú crees en ello. Porque todo lo que te dice, funciona», afirmó.

Aunque el padre de Vasyl no sea el entrenador de Usyk y Gvozdyk, es evidente el respeto que tienen por él, fuera de los ensogados. Y no es para menos, el trabajo de planificación de los campamentos, le han permitido a Vasyl colarse entre los mejores de la historia del boxeo, a pesar de su corta carrera profesional.

En 2008, tras conseguir su primera medallas olímpicas, Vasyl entregó algunas declaraciones en donde se evidencia la influencia que tuvo Antoly en su desarrollo personal y profesional. «Hago hockey sobre hielo en mi ciudad natal. Es mi pasatiempo favorito, si mi padre no hubiera sido entrenador de boxeo, probablemente habría elegido hockey sobre hielo», dijo en su momento.

Antoly ha inculcado a su hijo que el aprender y trabajar duro son las claves del éxito, más allá del talento que se posea. Ambos inician un día típico de entreno a las 8:00 de la mañana, para correr a la orilla del mar cerca de 3 kilómetros de recorrido.

Sumando proteína, carbohidratos y vitaminas, Vasyl toma el desayuno una hora después de correr. Su sesión de entrenamiento arranca en a las 11:00 de la mañana y se extiende por 2 o 3 horas.

Vasyl y Anatoly realizan trabajos con golpes y coordinación, perfeccionando las armas con miras al combate. La sesión finaliza con levantamiento de peso y demás ejercicios para fortalecer diferentes partes del cuerpo.

Antoly lleva a Vasyl a superar el límite de rendimiento, para perfeccionar su resistencia dentro del cuadrilátero. Además, aplica uno de los elementos más importantes en su método: el desafío a poder lograr todo.

Luego del duro entrenamiento, Anatoly comparte minutos con su hijo donde reflexiona aspectos importantes de la pelea por venir y le entrega consejos psicológicos. El día termina con un trabajo de reflejos luego de las 5:00 de la tarde.

Aunque es imposible divisar el techo que tiene Vasyl en su carrera, sí es posible notar el meteórico crecimiento que ha tenido en los últimos años. La consecución de dos títulos mundiales, posicionan al ucraniano en el foco estelar de la victorias constantemente. Sus golpes son la voz ante los micrófonos y cámaras que lo acechan antes y después de una pelea.

Es en ese preciso momento, donde a la sombra de la victoria de un boxeador, más allá de las decisiones asumidas por él, aparecerá la mano que lo sostiene por la espalda, evitando que pierda el control. Para Vasyl, Antoly Lomachenko, es el silencio detrás de su figura de héroe.

Por: Karoll Pineda – @karollpinedam / Foto: Top Rank

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