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Luis Miguel Ruiz contragolpeó a los vicios que lo pusieron contra las cuerdas

“No me gusta echar para atrás, si quieren verme retroceder me tienen que empujar”. De esta manera se define el boxeador de Selección Colombia, Luis Miguel Ruiz, no sólo en el ámbito deportivo, sino también en el personal. A sus 21 años, este bolivarense sólo ha tenido un oponente que lo ha hecho dar pasos hacía el sur, encerrándolo en su esquina y enviándolo a la lona: la vida.

Oriundo de Soplaviento, en medio de pescadores se destacó como el boxeador del municipio, impulsado por su familia, especialmente por su padre, quien quería verlo triunfar sobre el cuadrilátero. “Siempre luché por un buen futuro, no quería trabajar como un caballo”.

La historia de Ruiz se partió en dos en abril de 2012, “cuando en una concentración en Cartagena me quitaron parte de mí. Me llamaron a decir que mi padre había muerto por cáncer de piel por consecuencia del sol, pensé que ya no era nadie, todo se había ido, me llené de desesperación y no sabía qué hacer, sólo tenía el boxeo”.

Sin tener una guía, Luis Miguel divagó equivocando el rumbo, como él mismo lo reconoce. Cambió el ring por los bares, las bebidas hidratantes por el alcohol y los guantes por las mujeres. “Ya nada tenía sentido, dejé todo tirado”.

Por medio de la ayuda psicológica que le pagó una persona allegada, Ruiz logró contragolpear a sus vicios y dejarlos contra las cuerdas. “Las cosas no eran así, yo sabía que tenía que corregirme”.

Desde que este soplavientero logró ganar ese duro combate las demás victorias han venido en hilera. Fue campeón nacional en Valledupar y consiguió medalla de plata en los Juegos Sudamericanos de Chile. Además en el 2014 terminó su bachillerato. “Desde ahí tengo trazada la meta de ir a los Olímpicos y ya lo estoy logrando. Después seguiré estudiando porque se lo prometí a mi mamá. Pero quiero un título mundial”.

Por: Jeffry Almarales Nieto / @JeffryAlmarales

 

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