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Un hilo rojo en la vida de Pier Olivier

Cuenta una leyenda oriental que “las personas destinadas a conocerse están conectadas por un hilo rojo invisible, y que este nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera si vives en la otra punta del mundo, el hilo se estirará, contraerá y enredará, pero nunca se romperá”.

Esta es la historia que puede encajar en la vida de Pier Olivier Cote. Un boxeador nacido en Colombia pero con nacionalidad canadiense que dedicó su vida activa al cuadrilátero y que hasta sus 24 años, conoció a su familia. Como si las palabras hubiesen sido dichas por su madre, el hilo rojo invisible duró con él desde su nacimiento y lo acompañó en el recorrido para reencontrarse con ella.

Pier nació el 30 de mayo de 1984 en una humilde vivienda de Cali, en el Valle del Cauca, lugar de donde eran sus padres. Por cosas de la vida, la situación económica del momento no les facilitaba vivir juntos, con una niña (hermana de Pier) y con el recién nacido. En momentos de preocupación y dolor, como los manifiesta la madre, decidió entregarlo en adopción al Bienestar Familiar, donde seguramente podría encontrar una mejor calidad de vida.

Con tristeza, la madre de Pier recuerda los momentos de dolor cuando entregó a su hijo, a los ocho meses de nacido, quien lentamente la volteaba a mirar pidiendo no alejarse de él en ese momento. Esta decisión fue tomada ya que pensaba que cuando Olivier creciera, podría tener menos problemas en su vida.

Los años pasaron y Pier creció. Consiguió una familia con un entorno totalmente diferente al que pudo haber vivido. ‘Cruzando el charco’, se fue a vivir a Canadá, donde se mantuvo con sus nuevos padres.

De pequeño, sin pensarlo, llevaba el boxeo en sus venas. Fue apasionado por el deporte y con el tiempo, se convirtió en boxeador profesional. Sin embargo, creía necesaria una acción, un momento, un recuerdo, un reencuentro. De sangre ‘cafetera’, y como “la sangre llama”, veía conveniente conocer a su verdadera mamá.

Sueño en camino

En un evento en la ciudad de Quebec en Montreal, transcurría el mes de abril de 2010 cuando encontró la ayuda necesaria para llevar a cabo ese sueño. Marco Pérez, director del medio especializado Boxeo de Colombia, fue en quien Pier depositó toda su confianza para poder materializarlo. Desde aquel entonces, la amistad entre ellos dos comenzó a fortalecerse. Uno queriendo cumplir un sueño y otro buscando la manera de hacerlo cumplir.

“Please, found my mom (Por favor, encuentra mi mamá)”, fueron las últimas palabras que Pier le dijo a Marco tras el último encuentro entre ambos en un aeropuerto de Montreal, pues sus peleas tenían el cubrimiento de Boxeo de Colombia.

El tiempo pasó y por casualidad, la familia de Pier encontró las redes sociales del medio noticioso y de inmediato se contactaron con Marco, quien directamente recordó aquel joven que le había solicitado la ayuda para cumplir su sueño. Rápidamente se prendió una luz de esperanza. Las relaciones entre hijo y madre, con el mediador, fueron creciendo para ir paso a paso.

Desde Colombia, la señora inquieta por conocer del paradero de su hijo, buscó la manera de saber de él. “Su hijo está diciendo sus primeras palabras en francés”, escuchó, perdiendo toda manera de comunicación instantánea.

Al conocerse, Marco, ilusionado con el sueño de Pier, fue en busca de la señora a la ciudad de Cali. Reunidos los dos, era el momento de verificar, con el acta de nacimiento, si en realidad era la madre biológica del boxeador. Para sorpresa, en los documentos aparecía el joven con los nombres de los padres adoptivos. Todo por cuestiones de ley en la Notaría Sexta.

El sentimiento de una madre

Reglamentariamente, la señora no era la madre de Pier. En el momento de haber dado en adopción al niño, dejó de ser su hijo. Con lágrimas en sus ojos, recordó aquel momento, siendo consciente de lo que había sucedido aquella vez.

“Como madre, me dolió (…) En mi corazón me dolió. Fácilmente no me voy a curar. Yo recuerdo cuando fui a entregar mi hijo al bienestar. Cuando lo entregué, pasó un ratito, volteó y me miró, me llamaba con la mano. No se me olvida nunca. Me sentía impotente porque sé que mi hijo me necesitaba. Me estaba reclamando, pidiendo que no lo dejara. No podía llevármelo porque a dónde. Yo dormía en el suelo donde una señora que me daba la posada”, dijo.

Primer acercamiento

Marco regresó a Miami, donde Pier se encontraría para realizar un entrenamiento previo a una pelea importante. Se juntaron y ahí, en el gimnasio, hubo el primer acercamiento. Una llamada vía Skype fue el primer contacto que tuvieron entre ambos. Sin entenderse por cuestiones del idioma, él sintió el afecto que le brindaba su madre biológica.

“Mi vida te amo, gracias por escucharme”, fueron algunas de las palabras que sintió Pier mientras cerraba sus ojos, transcendiendo las barreras del idioma y poniendo a prueba su corazón. Esa conexión, el hilo comenzaba a apretar.

Por otra parte, su casa en Canadá. Con sus padres adoptivos no le faltó nada. Motivado. Primeras palabras con su madre. Cada vez estaba más cerca de cumplir su sueño. Saltó al ring y venció de gran manera a su oponente aquella noche: nocaut en el tercer asalto. Brazos arriba y festejo con su equipo, con una pequeña bandera bordada en su pantaloneta y con Marco, a quien después de la pelea le agradeció por acercarlo a su madre.

¿Papá? No…

El evento acabó, la efusividad del momento se mantenía. Marco regresó a Colombia a cubrir un evento y Pier estaba a pocos días de viajar a tierras ‘cafeteras’ para visitar a su madre biológica. Surgió una duda. ¿Por qué no aprovechar el momento y que el muchacho conociera a su padre también?

“Mi padre no es que no lo quiera ver, para qué me serviría realmente. Es mi mamá quien estuvo embarazada y luego me cuidó ocho meses y que tuvo la difícil tarea de darme en adopción. Este otro tipo se fue. Él ni siquiera sabe. No necesito de él, es realmente a mi madre a quien quiero ver”, fueron las palabras de Pier.

Todas las esperanzas de un encuentro familiar se venían abajo. Marco no presionó el hecho y a ambos cuadraron su vuelo a Cali. Sin embargo, una llamada fue importante. La madre biológica de Pier y Marco se contactaron, sorprendidos, se conoció que el papá estaba buscándolo y esperando por él. Para más sorpresa, el señor fue gran boxeador amateur.

La sangre llama

En Bogotá, esperando el vuelo, se llevaron una sorpresa. Pier no quería ver a su padre, pero había sido boxeador. Llevaba el boxeo en las venas. Era su talento innato, pero no lo sabía. Marco le comunicó la noticia y se negó rotundamente en la primera oportunidad. En la segunda, le comentó que había sido boxeador y quedó sorprendido. Emocionado, se levantó a simular unos movimientos de boxeador y dijo: “lo quiero conocer”.

La noticia se dio a conocer en todo el avión. Los pasajeros estaban emocionados por tal reencuentro entre madre e hijo. El hilo rojo cada vez apretaba más.

Aterrizados en ‘La Sucursal del Cielo’, Pier no veía la hora de salir para buscar a su mamá. Un profundo abrazo calmó la espera de 24 años. Las partes del hilo se juntaron de nuevo. “Esto es bueno”, fueron las palabras que mencionaba Pier sin soltar a su madre.

La otra cara estaba en su padre adoptivo, quien viajó con Pier, y la madre biológica, quienes también se fundieron en un abrazo donde ella le agradeció por todo lo que le brindaron al joven por todos los años que han estado juntos.

“Tengo mucho que agradecerle a usted y su señora por haberse hecho cargo de mi hijo. Me mandó a decir un día que es muy de buenas porque Dios le ha dado unos padres adoptivos muy buenos. Yo lo único que deseo es tener un poquito más a mi hijo, conocerlo, abrazarlo, darle amor, pero él sigue siendo su hijo. No quiero meterme en esa relación. Para mi ustedes son unas personas grandísimas”, comentó la señora mientras caían lágrimas por sus mejillas.

Pier fue entrando en calor familiar. Camino a casa de la madre, no se separó de ella. Cuatro paredes, una pequeña cocina y una cama. El lugar donde la señora habitaba. Además del calor familiar, sintió el calor de hogar de inmediato. Sin importar el cambio de condiciones que tenía en Canadá y ahora en Cali.

“Me dijeron que tomara precauciones para no sorprenderme de la pobreza en donde vive mi madre. El lugar donde pude haber crecido. Es sorprendente, estoy en shock. Aquí en esta casa, puede que no sea grande, pero parece gustarme y estoy contento que tenga muros sólidos y que ella no piense en el lugar donde yo crecí. Eso ya para mi es magnífico, esto es solo el principio, yo trataré de mantenerme con ella”, fueron las palabras de Olivier, mientras estaba próximo a recibir una nueva sorpresa.

La puerta de la casa sonó. Al abrirse, entró el padre biológico de Pier. Emocionado, lleno de sentimientos, se encontraron en un fuerte abrazo que terminó con mucho afecto. Familia unida. El hilo rojo, finalmente, cumplió su objetivo. Se estiró, se contrajo y se enredó durante 24 años, pero, finalmente, Pier pudo cumplir su sueño. Estar junto a su mamá y conocer a su papá.

Por: Rolando Amaya / @rolandoamayav_ – Vídeo: Marco Pérez / MPsportimages.com.

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