Los golpes que hicieron campeón mundial a Joan Guzmán suscribieron noches legendarias en las páginas del boxeo de las grandes ciudades de este deporte. Las Vegas, Cardiff Quebec City y hasta San Diego hicieron parte de los destinos en los que el púgil nacido en República Dominicana desempeñó una exitosa carrera, en la que solamente conoció la derrota en una ocasión, complementando su historial con 34 victorias y un empate.
Hoy en uso pleno del retiro, Guzmán no olvida que su vida ha girado en torno al deporte de las ‘narices chatas’, mientras funciona como acompañante en el campamento del estadounidense Jermell Charlo, quien mantiene en pie las esperanzas de derrotar al argentino Brian Castaño, para lograr convertirse en campeón indiscutido de los superwelters.
«Charlo me dio una oportunidad, yo puedo enseñar y mostrar al mundo que en esta faceta también tengo calidad para preparar», declara Guzmán, quien no oculta el sentirse halagado cuando le recuerdan que es una de las inspiraciones profesionales de su ahora pupilo. «Para mí es un honor. Estábamos en Nueva York y un día me preguntó que si me podía llamar. Ahí comenzó la química».
Seguidamente menciona: «A veces se le olvida que tiene que acostumbrarse a pegar, pero él tiene mucho talento para moverse, tiene defensa, y cuando te acostumbras a ser noqueador, eso se olvida».
Guzmán, de enorme experiencia en los azares del boxeo, reconoce que el hecho de que el combate sea a modo de desempate, genera una gran expectativa en el plano global. «En boxeo, la gente siempre va por el más débil, eso pasa con Castaño. Para mí nunca ganó. Me cansé de ver esa pelea y nunca lo vi ganador».